jueves, enero 13

La literatura del TERROR (Clásicos que perduran)

 
     ¿Quién no ha experimentado alguna vez la sensación sobrecogedora de traspasar un pasillo y un frío helado le ha recorrido cada uno de los huesos de su cuerpo? o ¿Quién no ha entrado en una construcción ruinosa y decrépita que le ha inundado de olores, ruidos y sabores incrustados en otro tiempo? 

       

      Howard Phillips Lovecraft ( 1890-1937) fue un escritor estadounidense, autor de relatos y novelas de terror y ciencia ficción. Se le considera un gran innovador del cuento de terror, al que aportó una mitología propia los Mitos de Cthulhu, desarrollada en colaboración con otros autores, actualmente en vigencia. Su obra constituye un clásico del horror cósmico, una línea narrativa que se aparta de las tradicionales historias de terror sobrenatural —satanismo, fantasmas—, incluyendo elementos de ciencia ficción como, por ejemplo, razas alienígenas, viajes en el tiempo o existencia de otras dimensiones.

 
     En el transcurso de la tarde me dediqué a los niveles inferiores, bajando a lo que parecía ser un calabozo medieval o quizás un polvorín subterráneo, más bajo. Mientras deambulaba lentamente por los pasadizos llenos de incrustaciones al pie de la última escalera, el suelo se tornó sumamente húmedo y pronto, a la luz de mi trémula antorcha, descubrí que un muro sólido, manchado por el agua, impedía mi avance.
El alquimista, H. P. LOVECRAFT 
 

      Contra todos estos obstáculos me esfuerzo en presentar una versión coherente; he visto el espantoso hecho y creo que debería darse a conocer en vista de las aterradores posibilidades sugeridas. La Playa Martin es una vez más un lugar populoso, un balneario muy visitado, y yo tiemblo cuando pienso en ello. Sin embargo, no puedo mirar al océano sin temblar. 

El horror en la playa Martin, H. P. LOVECRAFT 
 

       Las piedras de los agrietados corredores estaban siempre desagradablemente húmedas y por doquier se percibía un olor fétido, como de pilas de cadáveres de generaciones muertas. Jamás había luz, por lo que solía encender velas y quedarme mirándolas fijamente en busca de alivio; tampoco afuera brillaba el sol, ya que unas terribles arboledas se elevaban por encima de la torre más alta. 

El extraño, H. P. LOVECRAFT 



       Nuestra literatura también ha sido pródiga en obras en las que el misterio y el terror son grandes protagonistas. El Romanticismo, cuyo lema es la libertad en todos los aspectos de la vida. Llenaron muchas páginas de sentimientos, tales como el amor, el misterio, la huida del mundo... uno de sus preferidos fue el del miedo.  Los románticos sitúan sus sentimientos dolientes y defraudados en lugares misteriosos o melancólicos, como ruinas, bosques, cementerios... De la misma manera que sienten atracción hacia lo sobrenatural, aquello que escapa a cualquier lógica, como los milagros, apariciones, visiones de ultratumba, lo diabólico y brujeril. No podemos olvidarnos de G. A. Bécquer (1836-1870) y de sus Leyendas:

La noche de difuntos me despertó a no sé qué hora el doble de las campanas; su tañido monótono y eterno me trajo a las mientes esta tradición que oí hace poco en Soria. 
Intenté dormir de nuevo; ¡imposible! Una vez aguijoneada, la imaginación es un caballo que se desboca y al que no sirve tirarle de la rienda. Por pasar el rato me decidí a escribirla, como en efecto lo hice. 
Yo la oí en el mismo lugar en que acaeció, y la he escrito volviendo algunas veces la cabeza con miedo cuando sentía crujir los cristales de mi balcón, estremecidos por el aire frío de la noche. 
Sea de ello lo que quiera, ahí va, como el caballo de copas.

El Monte de las Ánimas, Gustavo Adolfo Bécquer

Leer texto completo, aconsejo utilizar el audiolibro realizado por RTVE que cuenta con la participación de Juan Echanove, entre otros.

Aquí tienes un tráiler animado de esta historia:


También podemos encontrarlo en la excelente obra del extremeño José de Espronceda (1808-1842) que escribió algunas de las páginas más bellas de nuestra literatura, un ejemplo:

   Era más de media noche,

antiguas historias cuentan,

cuando en sueño y en silencio

lóbrego envuelta la tierra,

los vivos muertos parecen,  

los muertos la tumba dejan.

Era la hora en que acaso

temerosas voces suenan

informes, en que se escuchan

tácitas pisadas huecas,  

y pavorosas fantasmas

entre las densas tinieblas

vagan, y aúllan los perros

amedrentados al verlas:

En que tal vez la campana  

de alguna arruinada iglesia

da misteriosos sonidos

de maldición y anatema,

que los sábados convoca

a las brujas a su fiesta.  

El cielo estaba sombrío,

no vislumbraba una estrella,

silbaba lúgubre el viento,

y allá en el aire, cual negras

fantasmas, se dibujaban  

las torres de las iglesias,

y del gótico castillo

las altísimas almenas,

donde canta o reza acaso

temeroso el centinela...

El estudiante de Salamanca, JOSÉ de ESPRONCEDA

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             Pero el maestro del terror ha sido Edgar Allan Poe (1809-1849) fue un escritor, poeta, crítico y periodista romántico. Fue el creador  de la  novela policíaca con la obra Los crímenes de la calle Morgue. En 1846 Poe publicó una de sus obras más famosas: El barril de amontillado. Pero creo que su mayor acierto fue mostrarnos el terror que está escondido en la mente de esas personas normales con las que convivimos a diario. Nos asomó a los más terribles precipicios de la mente humana. Por eso. recomiendo dos de sus relatos más conocidos:

¡Es verdad! Soy muy nervioso, horrorosamente nervioso, siempre lo fui, pero, ¿por qué pretendéis que esté loco? La enfermedad ha aguzado mis sentidos, sin destruirlos ni embotarlos. Tenía el oído muy fino; ninguno le igualaba; he escuchado todas las cosas del cielo y de la tierra, y no pocas del infierno. ¿Cómo he de estar loco? ¡Atención! Ahora veréis con qué sano juicio y con qué calma puedo referirles toda la historia.

   El corazón delator, EDGAR ALLAN POE 

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La docilidad y humanidad de mi carácter sorprendieron desde mi infancia. Tan notable era la ternura de mi corazón, que había hecho de mí el juguete de mis amigos. Sentía una auténtica pasión por los animales, y mis padres me permitieron poseer una gran variedad de favoritos. Casi todo el tiempo lo pasaba con ellos, y nunca me consideraba tan feliz como cuando les daba de comer o los acariciaba. Con los años aumentó esta particularidad de mi carácter, y cuando fui hombre hice de ella una de mis principales fuentes de goce.

 El gato negro, EDGAR ALLAN POE 

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     Me gustaría despedirme con otro clásico: Lord Byron (1778-1824) Su vida fue tempestuosa como paradigma del romántico. Adscrito a la corriente denominada poetas satánicos, junto a Percy Bysshe Shelley (1792-1822) y John Keats (1795-1821)llamados así por hacer de su vida un acto de rebeldía contra la sociedad y la moral de la época. Llevaron al límite su filiación al romanticismo europeo  con temas como el yo personal (ansia de libertad, frustraciones amorosas, ensoñaciones, angustia…), la naturaleza como sentimiento, el tema social (el deseo de una sociedad igualitaria).  También denominados como poetas malditos, puesto que todos ellos murieron jóvenes por accidente, suicidio o enfermedad, y fuera de su patria, a causa de su escandalosa forma de vida. El Giaour, es un verdadero clásico entre los poemas de Lord Byron, es también uno de los primeros poemas de vampiros de la literatura inglesa;


Pero antes, sobre la tierra, como vampiro enviado,

tu cadáver del sepulcro será exiliado;

entonces, lívido, vagarás por el que fuera tu hogar,

y la sangre de los tuyos has de arrancar;

allí, de tu hija, hermana y esposa,

a media noche, la fuente de la vida secarás;

Aunque abomines aquel banquete, debes, forzosamente,

nutrir tu lívido cadáver andante,

tus víctimas, antes de expirar,

en el demonio a su señor verán;

maldiciéndote, maldiciéndose,

tus flores marchitándose están en el tallo.

Pero una que por tu crimen debe caer,

la más joven, entre todas, la más amada,

llamándote padre, te bendecirá:

¡esta palabra envolverá en llamas tu corazón!

Pero debes concluir tu obra y observar

en sus mejillas el último color;

de sus ojos el destello final,

y su vidriosa mirada debes ver

helarse sobre el azul sin vida;

con impías manos desharás luego

las trenzas de su dorado cabello,

que fueron bucles por ti acariciados

y con promesas de tierno amor despeinados;

¡pero ahora tú lo arrebatas,

monumento a tu agonía!

Con tu propia y mejor sangre chorrearán

tus rechinantes dientes y macilentos labios;

luego, a tu lóbrega tumba caminarás;

ve, y con demonios y espíritus delira,

hasta que de horror estremecidos, huyan

de un espectro más abominable que ellos.

El Giaour, LORD BYRON

 

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