viernes, enero 21

Cuentos de la Alhambra de Washington Irving (Adaptaciones visuales)

La Alhambra es una antigua fortaleza o palacio amurallado de los reyes moros de Granada, desde donde ejercían dominio sobre este ensalzado paraíso terrenal, última posesión de su imperio en España. El palacio árabe no ocupa sino una parte de la fortaleza, cuyas murallas, guarnecidas de torres, circundan irregularmente toda la cresta de una elevada colina que domina la ciudad y forma una estribación de la Sierra Nevada.
 

       Qué envidia podemos tenerle todos a Washington Irving (1783-1859) que viajó por nuestra región en otro momento. En 1828, Irving realizó un viaje a Andalucía con el cónsul general de Rusia, Alexandre Gessler. Los viajeros comenzaron su viaje en Madrid el 1 de marzo.​ Al llegar a Andalucía visitaron Santa Elena, La Carolina, Andújar, El Carpio, Córdoba, Almodóvar del Río, La Rábita, Alcalá la Real, Puerto Lope, Pinos Puente, Granada, La Zubia, Lanjarón, Cádiar, Darrical, Berja, Adra, … Conoció nuestra tierra cuando era un reclamo primordial para todos los románticos europeos y americanos:  literatos (y  artistas en general) que odiaban la rigidez del Neoclasicismo; ansiaban una escapada a otros lugares y otros tiempos: la historia medieval, nuestro pasado árabe, las ruinas de castillos y templos; y se identificaban con personajes conocidos por su vida rebelde y casi instintiva (bandoleros, gitanos, toreros...) Eran costumbres ya perdidas en el resto de una Europa burguesa y acomodada que había iniciado el camino de la modernización y había  perdido parte de la esencia de su pasado.


Cuentos de la Alhambra lo escribió durante 1829, y publicado  en 1832 con el título La Alhambra: conjunto de cuentos y bosquejos sobre moros y españoles. Es una visión de un guiri que nos muestra de forma muy interesante ese peculiar recorrido por esa España que no acababa de europeizarse. Una manera muy interesante de asomarnos al pasado con la perspectiva de alguien que nos lo describe entre la sorpresa y la admiración.  Como ejemplo de su narrativa clara y cercana aquí tenéis algunos fragmentos:

Hay en el interior de la fortaleza de la Alhambra, y frente al Palacio Real, una explanada grande y extensa, llamada Plaza de los Aljibes. Toma su nombre de los grandes depósitos de agua subterráneos que existen en ella desde el tiempo de los moros. En un extremo de la plaza se ve un pozo árabe, cortado también en el corazón de la roca, de una gran profundidad -que comunica con los Aljibes- y cuya agua es fresca como la nieve y tan limpia y transparente como el cristal. Los pozos abiertos por los moros gozan de gran fama, pues es bien sabido qué esfuerzos empleaban hasta dar con los nacimientos y manantiales más puros y agradables. Este pozo de que nos estamos ocupando es célebre en Granada, principalmente porque los aguadores que de él se surten -unos con grandes garrafas a las espaldas, y otros con jumentos llevándoles los cántaros- están subiendo y bajando por las pendientes y frondosas alamedas de la Alhambra desde por la mañana muy temprano hasta las horas bien avanzadas de la noche.

Las fuentes y los pozos -desde los remotos tiempos de las Sagradas Escrituras- han sido muy notables, por constituir los sitios de concurrencia y conversación en los países cálidos. Ahora bien, el pozo de nuestra Alhambra es asimismo una especie de tertulia perpetua, que dura todo el santo día, formada por los inválidos, las viejas y todos los vagos y curiosos de la fortaleza, que se sientan sobre los bancos de piedra, bajo un toldo que se extiende sobre el brocal para resguardar del sol al cobrador. Allí se charla acerca de los sucesos de la fortaleza, se pregunta a los aguadores que van llegando por las noticias que corren en la capital, y se hacen largos comentarios sobre todo cuanto se ve y todo cuanto se oye. No hay hora del día en que no se oiga cuchichear a las comadres y holgazanas domésticas, que van allí con cántaros en la cabeza o en la mano, ansiosas de enterarse del último tema de conversación de la cháchara sempiterna de aquella buena gente.

Entre los aguadores que concurrían a este pozo había uno robusto, ancho de espaldas y corto y zambo de piernas, llamado Pedro Gil, conocido más bien por Peregil, por contracción y abreviatura. Siendo aguador, tenía que ser gallego, pues la Naturaleza parece haber formado razas, así de hombres como de animales, para cada una de las diferentes ocupaciones; en Francia todos los limpiabotas son saboyanos; los porteros de las casas, suizos; y cuando se usaban tontillos y pelo empolvado en Inglaterra, nadie más que los irlandeses se cargaban con una silla de manos. Lo mismo sucede en España: los aguadores y mozos de cordel son todos robustos gallegos; nadie dice «Tráeme un mozo de cordel», sino «Anda y tráeme un gallego»...

   Leyenda del legado del moro




 Andando el tiempo, el rey moro fue padre de tres hermosísimas princesas, habidas en un mismo parto; y, aunque él hubiera preferido que nacieran varones, se consoló con la idea de que sus tres preciosas niñas eran bastante hermosas para un hombre de su edad, y por añadidura zurdo.

Siguiendo la costumbre de los califas musulmanes, convocó a sus astrólogos para consultarles sobre tan fausto suceso. Hecho por los sabios el horóscopo de las tres princesas, dijeron al rey, moviendo la cabeza: «Las hijas, ¡oh rey!, fueron siempre propiedad poco segura; pero éstas necesitarán mucho más de tu vigilancia cuando estén en edad de casarse. Al llegar ese tiempo, recógelas bajo tus alas y no las confíes a persona alguna.»

Mohamed el Zurdo era tenido entre los cortesanos por un rey sabio, y, a decir verdad, tal se consideraba él mismo. La predicación de los astrólogos no le causó más que una ligera inquietud, y confió en su ingenio para guardar sus hijas y contrariar la fuerza de los hados...

 Leyenda de las tres hermosas Princesas



  La primera edición completa en español  es una traducción de José Ventura Traveset, en Granada, en 1893. ¡Cuántos años! No sé por qué nos cuesta a los españoles valorar tanto lo que tenemos o lo relacionado con nuestra cultura, en comparación con lo que admiramos lo que se hace en otros lugares. Un asunto del que se puede hablar bastante.

    Como me gusta mucho en este BLOG, busco relacionar lo escrito con las distintas adaptaciones que he encontrado de la obra a otras artes visuales. Si queréis ver algunas plasmaciones de este interesante libro de Washington Irving, os hago algunas recomendaciones:
 
 
  • Versión televisiva de ambas leyendas, dentro de la serie Los libros - Cuentos de la Alhambra de 1974  aunque se puede evidenciar la escasez de medios, tiene un sabor que podríamos calificar kitsch que le da una especial dimensión ahora que estamos tan abrumados por los constantes y persistentes mensajes audiovisuales

  • Otra joya increíble es la película española Cuentos de la Alhambra de 1950, dirigida por Florián Rey y protagonizada por una jovencísima Carmen Sevilla y otros muy conocidos en el pasado como Nicolás Perchicot, José Isbert, entre otros. Una de esas películas que pueblan ese Cine de Barrio y son gloria de nuestro pasado folclórico, aquí tienes un fragmento:                
                   
 
Soy de la Alhambra, soy de Graná
 

 Enlace película completa

 
  • Destacaría por último. la adaptación con dibujos animados: Ahmed, el príncipe de la Alhambra de 1998, dirigida por Juan Bautista Berasategi, basado en el cuento: Leyenda del Príncipe Ahmed al Kamel o el Peregrino del amor:  cuenta cómo se encerró al príncipe Ahmed cuando era niño, ya que un vidente le había pronosticado un buen futuro excepto en el amor. Por eso, el rey, para que no sufriera, lo recluyó en el Generalife con su filósofo Abben, bajo la advertencia de que si este le explicaba lo que era el amor, le cortaría la cabeza.

3 comentarios:

  1. Gracias por el trabajo, las conexiones con películas y serie, son muy interesantes y esclarecedoras.

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  2. He estado una vez en Granada y creo que es el sitio más bonito que he conocido. La gente me pareció más amable de lo que se dice. Volveré.

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