Granada en su esencia ancestral,
la noche sabe buscar tu regazo.
Allí en el horizonte, las estrellas,
los lugares dejaran olvidados,
para el disfrute de unos pocos
en un lugar misterioso y apartado.
Acurrucada en el lecho de un valle,
bañada por la intemperie de siglos,
te hallas, cercana pero distante.
Acostumbrada del calor al frío,
pasas el tiempo, con duro invierno
o en prolongado y lento estío
Perdido en el laberinto del barrio,
Ni el famoso Ícaro agitaría
sus alas para huir de aquella visión.
Una plazoleta hermosa y sencilla
proyectaba el pasado, ante mis ojos,
de mi ciudad, anciana y bonita.
Lugar recóndito y por eso bello,
ideal para una declaración amorosa,
para aislarse lejos del jaleo.
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