domingo, abril 27

Dos visiones de Salamanca.

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     Esta es la entrada número 100 de este blog.  Queremos celebrarlo con algo muy especial. Compartir una entrada que es un verdadero tesoro: dos visiones de la bella ciudad salmantina. Les he pedido a dos personas que, desde sus respectivos  ámbitos y con la magia de palabras e imágenes nos la muestren. Aquí el resultado: 


Salamanca situada en el campo charro es tierra de toros bravos, cuenta con un importante patrimonio histórico, por lo que en 1988 fue declarada  Ciudad Patrimonio de la Humanidad y además posee la Universidad, en activo, más antigua de España. Os invito a conocerla en un recorrido singular, siguiendo las fotografías de Miguel Ángel  Cuesta  y los poemas de Teresa Sánchez Sánchez.






Quiero presentaros una ciudad dorada,
desde donde fluyen las palabras
a través de sus poros, atrapadas
entre cada piedra y por su luz bañada.

Luz que atesora entre bambalinas.
¡Dulces sueños escondidos en sus torres,
atrapados entre los huecos pobres
o prendidos en sus paredes pintadas!

Belleza de su alma, cubierta de piedras
porosas de Villamayor, filigranas
que trazaron con mimo orfebres y plateros,

hasta convertirlas en figuras platerescas
que asombran por su belleza extraordinaria
a todo el que a Salamanca se acerca



Calle Serranos



 


           
Paseando por sus calles al ritmo de la décima llegamos a la Plaza Mayor, lugar de reunión y esparcimiento…




Mi ciudad tiene una plaza.
Por su forma no es redonda
ni tampoco es muy cuadrada
pero tiene una lindeza
que a todos trae de cabeza
y es que el mismo Churriguera
proyectara su figura:
dos lados un poco cortos
contrapuestos a otros largos.
¡Qué belleza diseñara!







La Plaza Mayor de Salamanca una de las más bellas de España. Don Miguel de Unamuno la definió en una de sus reuniones literarias en el café Novelty como: “un cuadrilátero irregular pero asombrosamente armónico”.





Arbotantes y filigranas
se asoman por la ventana
y no hay cielo ni mañana
que puedan quedar desiertas
de ver tus hermosas puertas
cubiertas por decorados,
iluminados, dorados,
competir con las estrellas
que alumbran noches oscuras,
la claridad de tus piedras.
 


 Clerecía y Casa de las Conchas.


   




Cuentan las viejas leyendas
que Rodrigo Maldonado,
caballero bien situado,
no dudó invertir sus prendas,
pues compró muchas viviendas
hasta construir su palacio,
al cual le pusieron precio:
cada concha a onza de oro,
más no fue asaz el tesoro
pues solo encontró desprecio,

por parte de sus ahijados:
y de esta guisa vencieron.
Los Jesuitas construyeron
La Clerecía y prendaron
 a todos los que pasaron
por medio de esta  calle,
que es conocida en el valle
la más bella y elegante
de todo lo circundante
¡Delicia de pasacalle!


Antiguo Palacio de Maldonado


 Iglesia de San Martín



Abundantes son las iglesias
que existen en Salamanca
llamada siempre la blanca
por las charradas de viejas,
siempre acordes, siempre viejas,
colgadas de las ventanas
ellas siempre tienen ganas
de subir al campanario
y contemplar el cimborrio
donde reinan las campanas.


Catedral Nueva




Porque en Salamanca, queridos amigos, tenemos dos catedrales: la Catedral  Vieja, románica que tiene un imponente cimborrio denominado popularmente Torre del Gallo y la Catedral Nueva, surgida para ampliar la capacidad de la anterior en estilo gótico tardío.




Y  ya dispuestos y a coro
donde reinan las campanas
no me quedo con las ganas
de mostraros un tesoro
que en el mismo Siglo de Oro
albergó a ilustres letrados
más no es mi intención cansaros
con historias del pasado
que huyeron de este lado.
Encuentren los acertijos.








Y como dijo Miguel de Cervantes
en su “Licenciado Vidriera”:
Salamanca que enhechiza
la voluntad de volver a ella
a todos los que de la apacibilidad
de su vivienda han gustado.

Les esperamos….









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