El siglo XVIII conoce ya unas formas novelísticas innovadoras. Son las primeras manifestaciones de un género que alcanzará su apogeo en los siglos siguientes. La novela de esta época también está imbuida del pensamiento ilustrado, de modo que los relatos de ficción también van a contribuir a ejercer la crítica de ideas y costumbres, así como para difundir ideas filosóficas y morales.