Soñamos muchos años subirnos a los podios del reconocimiento público. Desde una pequeña pantalla, sólo coloreada en blanco y negro, aparecían las gestas de unos aventajados, tales como
Luis Ocaña o
Eddy Merx. La infancia caminaba sobre un cristal opaco y el éxito ajeno era la recompensa que todos ansiabamos para encontrar el sentido de nuestras vidas. Así pasaron los años y los héroes deportivos se sucedían. con sus nombres y con sus hazañas cada vez más peculiares. Ases que llenaban el aburrido mundo que nos circundaba. El verano era apoteósico con los nombres franceses de picos inalcanzables que algunos elegidos coronaban en máquinas de dos ruedas capaces de conquistar la gloria. Sueños baratos y dulces, desde tu humilde rincón.