Cierro los ojos y los puños.
Sólo me escucha la negra escarcha.
El ordenador inclina su rabia
sobre el alfeizar inerte de la mañana.
Espero una llamada inútil
de un inútil funcionario.
No suena el teléfono
y mis manos se enredan en palabras,
vanas como las voces
de los políticos vendiendo humo.
Llueve en Madrid
y las redes se enzarzan
lanzando órdagos como escarpias
enlatadas en cartón,
mientras los parados llaman
ensangrentadas sus yemas
de golpear puertas cerradas.
Sólo me escucha la negra escarcha.
El ordenador inclina su rabia
sobre el alfeizar inerte de la mañana.
Espero una llamada inútil
de un inútil funcionario.
No suena el teléfono
y mis manos se enredan en palabras,
vanas como las voces
de los políticos vendiendo humo.
Llueve en Madrid
y las redes se enzarzan
lanzando órdagos como escarpias
enlatadas en cartón,
mientras los parados llaman
ensangrentadas sus yemas
de golpear puertas cerradas.
Bellas palabras que muestran tan las sensaciones tan extrañas de estos días. Gracias por la aportación Teresa, a esta que es tu casa.
ResponderEliminarMe gusta.
ResponderEliminarMe alegro. Saludos
EliminarOh... gracias a ti por tu generosidad y tus palabras.
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