El pasado 28 de septiembre nuestra buena amiga Carmen Alcaide, presentó su último libro Razón de Amor, en El Cuarto Real de Santo Domingo. Recalco el lugar que puedes ver aquí, porque me parece una de las grandes recuperaciones patrimoniales que no deben olvidarse en una ciudad repleta de valores como es Granada. La presentación fue realizada por José Miguel Montalbán, por parte de la editorial y, especialmente, por el también escritor y profesor de literatura Francisco Gil Craviotto, que realizó una original propuesta con una entrevista sobre algunos aspectos interesantes del libro.
Además, acompañamos a la autora un grupo considerable de compañeros de sufriprofesión, que seguimos con creciente interés la producción de Carmen, a la que ya entrevisté en este mismo blog, con ocasión de su anterior libro. Tuvimos ocasión de debatir allí algunos aspectos interesantes de la obra. Como en todo buen coloquio, se agradece observar los distintos puntos de vista y los detalles que se resaltan. Además, los libros cuando son leídos, comienzan a tomar vida y desperezarse como unos organismos creados en un laboratorio que permanecen dormidos hasta que el lector les proporciona la magia de la vida.
Le he pedido a Carmen, su visita a este humilde lugar, agradezco sus palabras:
Le he pedido a Carmen, su visita a este humilde lugar, agradezco sus palabras:
Cuando empezó el nuevo siglo, pensaba yo en cómo habrían sido los comienzos del siglo anterior y empezó a rondarme la idea de escribir una novela que evocara el mundo de esa época, ese fue quizás el germen de Razón de amor, que transcurre desde la primavera de 1900 al otoño de 1914 y se desarrolla en diversos escenarios; unos localizados en Francia: un pequeño pueblo del sur, un internado parisién, París en guerra, los muelles de Marsella … y otros, en España: una masía en el Pirineo catalán, el puerto de Barcelona, el Madrid de primeros del siglo XX, una casona en la Extremadura profunda…
Junto a esta evocación de una época pasada , había otra idea en germen : la angustia del ser humano movido por la búsqueda constante de la felicidad ,y el consecuente choque entre la realidad y el deseo. Luego, junto a esta, como corolario, le fueron rodeando otras : ¿cómo era la situación de la mujer de esa época? , o ¿la razón de amor lo justifica todo?… A esta pregunta no hay contestación, cada lector debe buscar la suya.
Aunque hay bastantes personajes en la novela, y algunos secundarios de fuerte carácter , como Mariana, la prima de la protagonista y posiblemente su contrafigura, o el propio Paul, el oponente masculino ,el objeto del deseo ,detonante desde su aparición en los sentimientos y en la vida de Céline, puede considerarse ella la protagonista única, la vemos pasar de niña a mujer, siempre hermosa y sibilina … ¿Ángel? ¿Demonio? ¿Niña y mujer insatisfecha que busca desesperadamente la felicidad? … El lector debe buscar todas las respuestas, porque yo tampoco las tengo… Por eso, con esta breve sinopsis no deseo en absoluto dirigir la lectura de la novela, cada lector encuentra mil matices en un libro que muchas veces no han llegado a la conciencia del autor. Según el Arcipreste de Hita el libro es “pariente de todos los instrumentos”, cada lector puede arrancarle su propia melodía y hacerlo suyo en su lectura.
Carmen Alcaide
Blaise Pascal " El amor tiene razones que la razón no conoce" |
Razón de amor de Carmen Alcaide
Confieso que no me costó nada empezar a leer Razón de amor de nuestra compañera; muy al contrario, desde las primeras páginas la autora consigue zambullirnos en su trama. Uno de los motivos fundamentales es la imagen nítida que nos perfila de Céline, la protagonista, cuya personalidad infantil apenas experimentará trasformación a lo largo del relato, y que con certeras pinceladas nos hace intuir la autora desde el comienzo; pues muy pronto adivinamos el temperamento que se esconde tras la aguda mirada de esta niña que, una vez huérfana, es llevada a vivir con su abuela materna a los alrededores de París. Su gélido mirar sabe captar las recónditas debilidades de las personas que la rodean para así obtener cuantos caprichos se le antojan. Una mirada infantil dura, implacable con la que califica a quienes la rodean -la doncella, la cocinera, la niñera-institutriz, su abuela...-, hasta el punto de concluir que los adultos son “irremediablemente estúpidos”.
Disfrutamos, además, de las bellísimas descripciones, minuciosas en la creación de ambientes. Por sus páginas se entrecruzan la visión de un paisaje rural en donde destaca la singular configuración de sus calles acorde con el paso de los siglos y, en contraste, los salones más elegantes de la nobleza española o los escenarios más lamentables y barriobajeros en donde predomina lo abyecto.
Asimismo, merecen una atención especial en la narración la descripción de los tejidos textiles referidos tanto a la vestimenta femenina y masculina como al tapizado del mobiliario, los cuales conforman un enriquecedor catálogo de las telas y tejidos existentes a finales del siglo XIX y principios del XX. Detalle no baladí si recordamos que el vestido se convirtió en uno de los elementos de distinción e identidad del que se apropiaron la alta burguesía y nobleza para diferenciarse, como estamentos privilegiados, del resto de la sociedad. Y es que para la burguesía -que como estamento había adquirido protagonismo creciente en el S. XIX-, con estos distinguidos atuendos y lujosas mansiones, además, trataban de emular a la nobleza para equipararse a ella. Es justamente en este espacio social donde se sitúa nuestra protagonista.
Por otra parte, y refiriéndonos a la construcción del personaje principal, la autora ha sabido evidenciarlo e imbuirlo de mayor fuerza al contraponer sus acciones, siempre calculadas, egoístas y hasta crueles, a las de Mariana, su prima y contrapunto de aquella. El modelo de conducta presentado por Céline dista mucho del de su prima. Así lo comprobamos, por ejemplo, al analizar los planes ideados por la primera y compartidos con su amigo Paul, el adolescente que se convertirá en la razón de amor de toda su vida. Una Céline de mirada voyeurista que con ojos dilatados contemplaba por primera vez los juegos amorosos de su atractivo amigo con una campesina, en tanto anhelaba ardorosamente haber sido ella la afortunada. Deseo, por otra parte, que marcará definitivamente a la protagonista, entrecruzado con la inequívoca certeza de que Paul será a partir de aquel momento el único amor de su vida y su única razón de existir. Aspiración que, en efecto, será la que la arrastre también a los mayores atropellos en pos de cumplir su deseo amoroso.
Retomando el personaje de Mariana, figura alternativa al tipo de mujer que encuadra Céline, merece subrayarse el acierto en su caracterización. Para ello, analicemos el hecho de que Mariana procede de un grupo social semejante al de Céline, y por ello, los valores inculcados, es decir, los criterios que han regido el comportamiento de ambas, necesariamente tendrían que haberlas marcado de la misma forma; del mismo modo que ambas tendrían que haberse identificado con la manera de estar en el mundo del grupo privilegiado al cual pertenecían. No obstante, tanto la demanda de libertad de Mariana a la hora de elegir marido, como sus sentimientos de solidaridad -por ejemplo, para con los que estaban luchando en aquellos momentos en la guerra-, así como sus críticas reivindicativas a favor de la mujer -joven feminista avant la lettre- la distanciarán tanto de su prima Céline como del estamento social al que se hallaba adscrita.
Ciertamente, podría argumentarse que también Céline manifestó su insumisión y se rebeló ante la imposición de un marido. En otras muchas ocasiones Céline se había mostrado díscola con los planes de sus niñeras, de su abuela, de su tía…; también ella se ofrecerá como enfermera para cuidar a los soldados de guerra. Sin embargo, la finalidad última que la inclina a adoptar este tipo de actitudes y a tomar estas decisiones no va acompañada de un deseo de ruptura con las ataduras de género que se le imponen socialmente, ni menos aún con un anhelo de superación personal. En contraste, Mariana sí rechazará radicalmente la opinión generalizada en aquel momento de que las únicas armas de las que podía disponer una mujer para ganarse un lugar en la sociedad había de ser su coquetería, su atractivo y sus intrigas de mujer; así como no aceptará tampoco que el matrimonio constituya su única plataforma social y proyecto de vida.
Para finalizar este breve comentario, incidiremos en el estilo modélico de Carmen Alcaide, la cual, a través de una paciente elaboración de estilo, nos presenta una narrativa que destaca por su observación minuciosa, precisa, brillante, de la realidad. Interesa asimismo insistir en que la autora se abstiene de realizar juicios de valor sobre el comportamiento amoral y caprichoso de la protagonista. Solo podemos intuirlos, por un lado, a través de la figura que actúa como contrapunto de Céline, Mariana, en la medida en que esta, como hemos indicado ya, mantiene una actitud combativa contra la falta de libertad de las mujeres, y en este sentido, su rechazo a los estereotipos sexistas establecidos. Y en segundo lugar, se podría entender que el final de Céline es la consecuencia última de aquella joven que -como a tantas- desde la niñez se le inculcó la ilusoria idea de que su vida pendía del encuentro con su príncipe azul, personificado en Paul. Quimera que, como es evidente, no servirá sino para arrastrarla a la total infelicidad.
Si el discurso de Carmen Alcaide nos parece de una gran calidad literaria, no es solo por su trabajo de orfebrería en la construcción del lenguaje, sino también porque la visión que nos ofrece, analizada a la luz de los planteamientos actuales de género, profundiza y contribuye a comprender mucho mejor los modelos de feminidad impuestos, los límites, y, a la vez, las luchas intestinas que, en pro de la igualdad, tuvieron que emprender muchas mujeres de pensamiento avanzado a lo largo de esa época convulsa que se desarrolló entre finales del siglo XIX y principios del XX.
Conscientes de que cuando leemos, no solo descodificamos un texto, también lo interpretamos y lo adecuamos a nuestra realidad, integrándolo en nuestro universo personal, sostenemos que Razón de amor constituye una visión del momento histórico que aconteció en torno a la Primera Guerra Mundial; mirada que observa fundamentalmente las prácticas de las mujeres de los estamentos sociales presentes en aquel momento. Razón de amor conforma, pues, un discurso cuyos planteamientos ideológicos y estéticos no ocultan la realidad histórica, sino que la hace aflorar para que sea evidenciada. Así, se nos presenta una realidad constituida por personajes femeninos muy diversos, dado que mientras unos refuerzan el pensamiento patriarcal, otros, en cambio, disidentes con este, buscan salidas diversas, construyen espacios vitales paralelos. Dichos ámbitos y discursos alternativos son los que fueron vetados y apartados, silenciados, aniquilados hace más de un siglo de los discursos oficiales, de la Historia con mayúscula. Estos son los que cobran sentido en Razón de amor.
Nuestras felicitaciones a nuestra compañera Mª Ángeles Cantero Rosales
Carmen yo interpreto mi melodía, posiblemente no será la más polifónica de todas, pero he de confesar que con el libro me sumerjo, al lado de Céline, en los ambientes variados e intensos del principio del siglo XX. Con tus palabras y la elaborada documentación, viajar con la imaginación resulta mucho más fácil. Ese siglo que ha marcado nuestras, nos ha visto nacer y al cual volvemos inconscientemente, Céline creo que se debate por el mundo lleno de sensaciones y convenciones a las que a todos nos cuesta tanto adaptarnos. Has creado un personaje femenino que rebosa de humanidad, entendida como pasión y lucha interior.
Yo además admiro la obra artística que te logra entretener, con la sensación de un tiempo que aprovechamos para deleitarnos. La obra discurre con un tempus adecuado, vas conociendo a los personajes e introduciéndote tranquilamente en sus circunstancias.
Me gusta cuando un libro te ayuda a conocer hechos históricos relevantes, porque te permite conocer acontecimientos que siempre siguen presentes con nosotros. Hay un momento sublime que se desarrolla en el Puerto de Barcelona.
Diego González
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