miércoles, febrero 15

Bicicletas, una reflexión que nunca se acaba


      Sr. Director de IDEAL: 
   Podemos disfrutar los días en que la temperatura es algo más agradable de una ciudad invadida por las bicicletas, vehículos nada contaminantes, silenciosos y que permiten a quien los utiliza hacer ejercicio y guardar la línea; sin que sea necesario recurrir a esas operaciones carísimas de cirugía estética ni a unas machaconas sesiones de gimnasio, cuando vislumbramos que los paseos playeros se acercan. Bicicletas que en una ciudad del sur de Europa, podrían ser una alternativa estupenda al engorroso problema del tráfico.


Sin embargo  Granada  es una ciudad realmente incómoda y huraña con ellas, pero no por la ciudad en sí, sino por esos que se han empeñado en no dejar un sólo carril-bici y optar por invadir la ciudad de coches que dificultan totalmente el tránsito y elevan la temperatura más de lo que el propio estío ya hace.

"Si esos idiotas cogieran el bus, yo ya estaría en casa..."

Me gustaría que la gente conociera otras ciudades históricas europeas como Brujas o San Sebastián, en las que se puede ir paseando o en bici por su centro histórico. A nosotros esa idea nos asusta porque el coche lo hemos convertido en el símbolo del prestigio social y somos incapaces de dejarlo y siempre lo utilizamos.

El otro día observé cómo una familia de turistas intentaba atravesar el centro de  Granada   en unas alegres bicis y el rencor que parecía desatar en algunos conductores que con fuertes pitidos delataban su atrevimiento de conocer nuestra maravillosa ciudad sin contaminarla. Pobres.
                                                                                                                           

        (Publicado IDEAL, Cartas al director, 6-7-2007)

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